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Impresoras 3D que imprimen impresoras 3D

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La impresión 3D se encuentra en su actual boom, y es solo el inicio… De acuerdo a Gartner, entre el 2016 y 2019, las ventas se duplicarán cada año, tomando en cuenta que hasta ­finales del 2015 se suministrarán 244.533 unidades. El mercado empieza a diversi­ficar su demanda, basado en las necesidades puntuales de las industrias.

 

Es el momento perfecto para que Ecuador inicie su propio camino hacia el desarrollo y la creación de impresoras 3D. Y empresas como Print 3D están materializando esta idea.

 

Desarrollar, diseñar, armar y poner en funcionamiento una impresora que tenga la capacidad de imprimir en tres dimensiones no es fácil, pero tampoco es imposible cuando se asume el reto, y se cuenta con las capacidades. Es así como Print 3D tomó la decisión de fabricar una de las primeras impresoras 3D en Ecuador.

 

Todo inició cuando Paúl Herrera, CEO de Print 3D, junto a algunos colaboradores, vieron una impresora 3D dentro de un laboratorio, entre ellos se preguntaron ¿qué es esto?, y tras una breve explicación quedaron intrigados. Los movimientos precisos, la mecánica aplicada, el detenido proceso, y el trabajo ­final, todo ello les fascinó.

 

No pudieron esperar para comprar su propio equipo. Se informaron sobre las opciones del mercado, y lo primero que tomaron en cuenta fue la calidad de impresión, un factor predominante, ya que el precio de todas las opciones era elevado.

 

"La primera impresora que adquirimos estaba separada en partes, y armarla fue relativamente fácil, hasta que tuvimos que calibrarla, ese fue el verdadero reto. Era prueba - error, hasta lograr que funcione en sus óptimas condiciones."

               Paúl Herrera, CEO de Print 3D.

 

 

 

Entre cables de corriente, ­lamentos, piezas inconexas, y algunas placas electrónicas se posa la D-Tower, una de las primeras impresoras 3D fabricadas en Ecuador. Tuvieron que pasar por varios prototipos, en los que se analizaron los sistemas de extrusión, la mecánica de los brazos robóticos, y la ubicación de los motores; antes de lograr un producto de calidad.

 

Pero para llegar al producto ­final, primero fue necesario estudiar los posibles proveedores para cada una de las partes. Y para aquellos elementos que eran propias del diseño y el desarrollo, simplemente se los construyó a través de una impresora 3D. Su calidad puede llegar a superar la de las piezas originales, dependiendo del tipo de ­lamento.

 

Una vez que el primer prototipo logró una completa funcionalidad se trabajó en el modelo definitivo. Se redujo el grosor de las guías de los brazos robóticos, lo que implicó el uso de motores más pequeños.

 

Además se corrigieron ciertos aspectos del diseño, con la ­finalidad de tener un acabado estético. Los cambios le quitaron peso al equipo, lo que le volvió más versátil en su movilización.

 

La D-Tower es una impresora tipo delta, lo que le permite tener un mayor área de impresión en altura. Según Paúl Herrera, la calidad de esta impresora es comparable con cualquiera del mercado, y su precio la hará asequible para que no solo instituciones educativas y empresas puedan adquirirla, sino que podrá llegar a los hogares de las personas.

 


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